En medio de la Guerra Fría y de la lucha por la conquista del espacio que libraron encarnizadamente Estados Unidos y la Unión Soviética, una raza de seres humanos mutantes comenzaba a alzarse al reparo de los ojos de la sociedad.
Es por estos años cuando el recién graduado en medicina genética Charles Xavier (James McAvoy) conoce a Erik Lehnsherr (Michael Fassbender), un enfurecido sobreviviente del nazismo que busca vengar el asesinato despiadado de su madre (viaje que lo llevará incluso a la Argentina, hasta una patagónica y montañosa… ¡Villa Gesell!).
Llamados a ser enemigos en un futuro no demasiado lejano, en la década del sesenta se convirtieron en grandes amigos que decidieron trabajar mancomunadamente para evitar el advenimiento de la Tercera Guerra Mundial.
Antes de adoptar los nombres de Profesor X y Magneto, Charles y Eric fueron dos jóvenes que intentaban controlar sus poderes y ser aceptados por el mundo.
Esta vuelta a los orígenes de la popular serie basada en los comics de Marvel se propone dar respuesta a cómo se conformó el grupo conocido como X-Men, cómo Charles llegó a ser paralítico, quién fue el creador del neurotransmisor Cerebro, entre muchas otras incógnitas. Cabe destacar que es notoriamente más atractiva, poderosa y contundente la mirada sobre el origen de los personajes del futuro bando de los malos que de quienes se convertirán en los héroes de la saga.
Algunos personajes nuevos son novedosos y hasta sorprenden dos cameos que deleitarán a los seguidores de la historia, pero es justo decir que esta quinta entrega de la franquicia es la menos inspirada de todas.
Reseña: Damián Serviddio
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