Hanna (Saoirse Ronan, “Desde mi cielo”) es una adolescente de dieciséis años que vive en medio de un bosque del Norte de Finlandia, aislada de la sociedad, acompañada únicamente por su padre. Erik (Eric Bana) tiene devoción por su hija, a quien entrena para convertirla en una guerrera de elite desde que era pequeña: fuerza, resistencia y agudeza son las principales armas que él pretende otorgarle para cuando llegue el momento tan temido. Como buen ex-agente de la CIA le brindó lecciones de lucha cuerpo a cuerpo, caza, cultura general y técnicas de engaño. El día D llega: la misión para la cual siempre fue destinada Hanna entra en acción y Erik sólo puede confiar en que su hija sobrevivirá y podrá reunirse con él en Berlín.
Marissa Wiegler (Cate Blanchett), una agente de inteligencia vinculada con el pasado de esta pequeña familia, envía un equipo de agentes detrás de Hanna y ella misma se pone al frente del escuadrón que inicia una mortal persecución a través de Europa para callar definitivamente el secreto que Hanna guarda.
El director Joe Wright (encargado de la más reciente versión del clásico “Orgullo y Prejuicio” y de la excelente “Expiación, deseo y pecado”) es dueño de un estilo personal que ha marcado su producción hasta el momento, pero es innegable cierto aroma al cine de acción del francés Luc Besson en “Hanna”. La música electrónica, a cargo de The Chemical Brothers, para subrayar los momentos de adrenalina pura, bastaría como ejemplo. Sin embargo, Wright va más allá y además de la psicodélica escena del escape de la protagonista por los túneles que la conducen al desierto marroquí, nos vuelve a regalar un extensísimo y coreografiado plano secuencia. Ese pequeño gran detalle al que nos tiene malacostumbrados. La precisión y frialdad de Blanchett en su composición de Wiegler es simplemente atemorizante.
Reseña: Damián Serviddio
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