Vampiros y destinos prohibidos

Priest – El Vengador
Sobre la faz de la Tierra siempre existieron dos especies dominantes: los hombres y los vampiros. Jamás convivieron en armonía y después de siglos de una brutal guerra la humanidad derrotó finalmente a sus enemigos más temibles.
Sólo unos pocos vampiros sobrevivieron a la purga salvaje y fueron relegados a un confinamiento extremo y eterno en unas reservaciones aisladas. Para ese entonces, con un plantea destrozado por completo, los hombres se refugiaron en amuralladas ciudades protegidas por la Iglesia. Los Sacerdotes, hombres y mujeres convertidos en héroes durante la feroz batalla, dejaron de ser útiles a los propósitos de sus jefes y fueron relegados a tareas humillantes, mal pagas y rechazadas por el resto de la sociedad.
La monotonía es interrumpida cuando llegan novedades desde uno de los puestos de control desperdigados por el páramo: la sobrina de un ex Sacerdote (Paul Bettany) fue secuestrada por un grupo de vampiros fugitivos. Sin contar con el apoyo de sus superiores, él rompe sus votos sagrados y emprende la búsqueda de lo que queda de su familia valiéndose de la ayuda del sheriff de la región (Cam Gigandet, “Noches de encanto”) y una antigua Sacerdotisa (Maggie Q, “Nikita”).

La misma dupla que el año pasado llevó adelante “Legión de ángeles” decidió protagonizar y dirigir esta cinta en un intento de potenciar aún más esa experiencia que mezclaba asesinos, ítems religiosos y seres endemoniados.
Aquí, sin embargo, el (deficiente) uso del croma para las escenas de acción, una caracterización poco sorprendente de los vampiros no videntes y las insípidas historias de amor que se vislumbran, no ayudan demasiado. Poco es lo que la dupla Bettany-Q pueden hacer al respecto.

Los agentes del destino
David Norris (Matt Damon), político en ascenso con grandes chances de acceder a una banca del Senado norteamericano descubre, a último momento, que una foto poco favorecedora evaporó sus oportunidades de triunfar. En el baño del hotel Waldorf Astria, mientras ensaya el discurso con el que admitirá la derrota, conoce a Elise Sellas (Emily Blunt), una bailarina que lo dejará impactado. Es amor a primera vista. Varios días después, camino a su nuevo trabajo, David vuelve a encontrarse con Elise y decide que esa misma noche la invitará a salir.
Fuera de todo plan, un grupo de hombres conocidos como el Bureau de Ajuste le informa a David que esa relación no debe prosperar y que ellos harán todo lo posible por evitarla. Él decide dejarla ir, pero no tardará en arrepentirse.

El prometedor comienzo (los primeros treinta minutos son de un atractivo impresionante) y la excelente química que existe entre el dúo protagónico (¿quién puede negarse al acento de Blunt?) auguraban un film a tener en cuenta. Con el correr del metraje, los cambios de rumbo, la solemnidad de ciertos pasajes, lo aún más inverosímil que se vuelve la historia (es ciencia ficción desde el comienzo, pero todo tiene un punto de inflexión) y las reiteradas complicación que debe enfrentar el personaje de Damon terminan por desperdiciar una de las premisas más originales que proponía la industria cinematográfica en este 2011.

Reseñas: Damián Serviddio

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