En un pueblo de leñadores, cazadores y de mujeres dedicadas a las tareas de la casa, Valerie es prometida al joven heredero de una familia de dinero dedicados a la herrería. En secreto, ella se encuentra enamorada de Meter, un leñador humilde que corresponde a los sentimientos de la chica. En el momento en que deciden huir y emprender una nueva vida juntos, el llamado de las temidas campanas comienza a sonar. El lobo ha matado de nuevo.
Este caserío perdido en medio de nevadas montañas sufre una maldición: un voraz hombre lobo asola a los pobladores, quienes para mantener seguras a sus familias ofrecen terneros y novillos para saciar su apetito. Sin embrago, esta vez, tras asesinar a una adolescente, el lobo solo reclama algo a cambio: Valerie.
Si la muchacha decide irse con él, todos vivirán tranquilos, sino continuará matando. La única oportunidad que tienen es usarla de carnada: en una de sus habituales visitas a la casa de su abuela Valerie deberá atravesar el bosque, engañar al lobo y luego aniquilarlo.
Levemente inspirado en el clásico relato infantil de Caperucita Roja, esta vuelta de tuerca extrema que propuso la directora Catherine Hardwicke (“A los trece”, “Crepúsculo”) cuenta con todos los elementos de aquella historia pero potenciados para lograr un thriller cargado de acción, sensualidad y suspenso. Que el famoso lobo ahora sea presentado como un licántropo es un gancho más que atractivo y si le sumamos la magnética presencia de Amanda “ojos enormes” Seyfried, toda la locura de Gary Oldman y una rockera banda sonora, el combo no es para nada despreciable.
Reseña: Damián Serviddio
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