Terror en lo profundo
Sara y sus amigos de la facultad deciden pasar algunos días en una cabaña a orillas de un lago en Louisiana. El plan parece perfecto: playa, surf, alcohol y adolescentes bronceados y semi desnudos. Cuando en medio del agua uno de ellos es atacado mortalmente por un tiburón, descubrirán que se encuentran inmersos en medio de una pesadilla que algunas mentes perversas han ideado para hacerlos sufrir hasta el último aliento de sus vidas.
¿Por dónde comenzar a enumerar los errores de una producción cuando son tantos? Que los personajes sean estereotipados y que ya sepamos como reaccionarán ante cada una de las “sorpresas” del guión no debería llamar tanto la atención. Que la falta de señal de celular sea una advertencia, el preludio de un complicado fin de semana bañado en sangre, es sólo un lugar común de tantos. Que se apele a la infaltable música electrónica que acompaña montajes veloces y de impacto, confirma la escasez de contenido en la narración. Que las tomas subacuáticas sean la mejor -y única- manera de graficar el avance de los animales voraces, es sólo falta de imaginación por parte del director. Que el 3D sea “el” valor agregado de una producción mediocre, es demasiado poco.
El juego de la fortuna
La película está basada en la historia real de Billy Beane, el director general del equipo de baseball Oakland A’s, quien ayudado por Peter Brand, un recién graduado de la facultad, decide reinventar el deporte y utilizar las estadísticas, los porcentajes y los análisis matemáticos para conformar el mejor equipo de la liga a pesar de ser uno de los clubes más pobres y con menos presupuesto de todo Estados Unidos. La idea de manejar a los A’s como a una empresa, con proyecciones, escalas de triunfos y anotaciones en el marcador, partidos a favor y en contra y basando la elección de sus jugadores en los resultados arrojados por estas fórmulas revolucionó al baseball de Norteamérica.
Oscarizable por donde se lo mire, “El juego de la fortuna” es un proyecto que cuenta con el gancho de estar inspirado en la vida de una persona real que aún se desempeña en el cargo que lo hizo famoso, quien a pesar de tener todas las perspectivas en su contra, logró imponerse, reinventarse y salir triunfando. En el rol central, un actor taquillero como Brad Pitt que compuso un personaje distinto, alejado del glamour hollywoodense.
Comercialmente puede que no llegue a funcionar en nuestro país, no demasiado proclive a historias deportivas y menos aún de disciplinas alejadas de nuestras costumbres. Ni siquiera la presencia de Pitt, o del sorprendente Jonah Hill, logrará convocar grandes números a las salas, pero si es de valorar que a pesar de ello la distribuidora decida estrenarla de cara a las posibles nominaciones por los Premios de la Academia.
Reseñas: Damián Serviddio
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