Mumble y Gloria ya crecieron y ahora es el turno de su pequeño hijo Erik de demostrar todo su talento danzarín. Pero hay un pequeño inconveniente: el pingüino odia bailar, no tiene coordinación y teme ser burlado por su falta de habilidad para el baile. Siguiendo a su tío Ramón, descubre una nueva colonia donde la sensación del momento es Sven, el único de su especie con la capacidad de volar. Instruido bajo el lema de que “si piensas en algo con mucha fuerza puede hacerse realidad”, Erik y su padre deberán enfrentar un desafío enorme: rescatar a toda la colonia de pingüinos emperador cuando el avance del deshielo los deje atrapados sin posibilidad de acceder al agua.
Más grandilocuente que la primera entrega, Happy Feet 2: El Pingüino incorpora varios personajes nuevos que ayudan a generar interés en la historia. Un ejemplo de ello son Will y Bill, los krill con ansias de grandeza que ocupan el lugar que la ardilla Scrat tiene en la saga de Ice Age.
En este caso, el guión tomó problemáticas (efectos del cambio climático en el hábitat de los animales de la Antártida) y modas actuales (desde canciones híper poperas hasta la cualidad de Sven como orador motivacional cercano a los pastores de las iglesias que pueblan la trasnoche televisiva) para crear moralejas con respecto a la familia y la superación personal.
Presentada doblada al español en versión tradicional y 3D, algunas de las canciones conservan el idioma original para poder disfrutar de los trabajos de Pink y Elijah Wod, entre otras voces en inglés. Dato importante: antes de la película se proyecta un corto de Tweety en versión animación digital y en clave musical. Imperdible.
Reseña: Damián Serviddio
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