Elegir los chocolates en orden de menor a mayor cantidad de cacao (el amargo tiene mayor concentración) para evitar la saturación del paladar. No abrir el chocolate hasta momentos antes de empezar la cata.
Partir el chocolate y comprobar que hace ¡crack! Eso significa que no tiene humedad, su gran enemiga.
Dejar que el chocolate su funda y se deshaga en la boca.
La temperatura para almacenar el chocolate es entre los 14 y los 18 grados. Nunca guardar en la heladera, sino en un lugar fresco y seco.
Lo ideal es contar con una copa de cata, de boca angosta. Se pone un poco de aceite en el vaso, se untan las paredes y con las manos se calienta el aceite. Se huele. Debe saber a pasto recién cortado, a hojas frescas.
Una vez en boca, remover el aceite para que se unte en el paladar y meter aire entre los dientes haciendo una falsa sonrisa. En el gusto se buscan el picante y el amargo. Puede cambiar, según las variedades.
Guardar en lugar seco, fresco y oscuro. Es un producto muy sensible a la luz. Lo ideal es fraccionarlo en distintos envases.
Fuente: “Catas: una tendencia que se degusta” de Laura Reina.
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