Los pingüinos de papa

El señor Popper (Jim Carrey) es un exitoso promotor de bienes raíces que se encarga de conseguir aquellos edificios supuestamente imposibles, los compra para su compañía y los rediseñan o construyen lujosas torres en su lugar.
Divorciado y con dos hijos, decidido a convertirse en socio en su empresa y con un cuidado extremo por su lujoso departamento en Park Avenue, la muerte de su padre, a quien no ve desde hace veinte años, traerá algunas sorpresas.
Como parte del legado familiar y en forma de herencia, Popper recibe una caja de madera proveniente desde la Antártica. Pero lo que en principio parece un animal disecado, es en realidad un pingüino vivo. En realidad no uno, seis pingüinos.
La intención de mandarlos al zoológico más cercano es inmediata, pero Popper descubre una nueva manera de acercarse a sus distantes hijos a través de la relación con estas poco convencionales mascotas. Será un familia mitad humana, mitad pingüino.

Enfocada al público infantil, este filme llega a nuestro país en copias dobladas al español, lo que ahorra a los padres el inconveniente de tener que explicarles a sus hijos “que es lo que están diciendo” los personajes. Para los chicos más grandes, puede que la historia funcione mejor en las partes de comedia física donde Carrey –al que hay que acostumbrarse a verlo con sus monigotadas una vez más- se destaca sin excepción. El sexteto de animalitos, conformado por escenas digitales y otras reales, atraparán a los niños desde la primera escena.

Reseña: Damián Serviddio

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