La rueda de Virgilio / Los muertos no mienten

Escrita hace más de veinte años y publicada por primera vez con una escueta tirada en 1989, recién ahora Edhasa la brinda la posibilidad al gran público de acceder a “La rueda de Virgilio”, la autobiografía de Luis Gusmán. Su vida será contada a través de los libros que escribió, con un interés especial en sus tres primeras obras, aquellas que pueden ser descritas como una verdadera trilogía: la iniciación de la agonía, los momentos previos a un funeral y los rituales que se llevan a cabo cuando pasamos a ser meros cadáveres. En este punto, cabe aclarar que la enfermedad y la muerte de su padre fueron, en palabras del autor, el momento más decisivo de su vida. En especial por la compleja relación que lo unía con su progenitor, patriarca de dos familias paralelas. Gusmán se pregunta entonces: ¿por dónde comenzar a relatar una vida cuando el especto genealógico permanece como una incógnita? Incluso aprovecha a dejar en claro que la divergencia entre la s y la z en su apellido sólo se debe a una equivocación del empleado del Registro Civil. Se suceden entonces diversos temas como el fervor y la monotonía de la vida que se respiraba en la parroquia San Antonio, la carnalidad y la religión apostólica, la operación para revertir su bizquera, las dolorosas bromas infantiles, sus días en la calle Helguera en Avellaneda… Una sumatoria de vívidos recuerdos que enlazan realidad y ficción: el escritor toma sus propios relatos y los desmenuza, los racionaliza, busca las explicaciones que subyacen detrás de la fantasía compactando en sesenta y tres páginas recuerdos, aromas, relaciones… hechos que contando con la cómplice abstracción del lector, pueden convertirse en una ficción más.

Al comienzo de “Los muertos no mienten”, autodenominada continuación discontinua del libro anteriormente mencionado, aparece una frase de Guillermo Cabrera Infante que resume la propuesta: “Todos los muertos están ahí, vivos (…) Los entes pasados viven porque no han muerto para nosotros. Vivimos porque ellos no mueren”. En esta especie de continuación, Gusmán analiza los diversos acercamientos al tema de la mortalidad presentes a lo largo de algunos de los clásicos literarios modernos más celebrados. Alejandro Dumas, Roberto Arlt, Sir Arthur Conan Doyle y el apesadumbrado universo de Poe sirven de pretexto para escrutar las voces de los muertos invocados a través de trabajos espiritistas. Abrir el abanico hacia otras posibilidades ampliamente reconocidas por el público, dota al libro de un interés aún mayor que su predecesor. Leer ambos libros de corrido consolida el relato, claramente depurado en esta segunda entrega que dobla en volumen a “La rueda de Virgilio”. Incluso lo que parecería obvio (“todo muerto es un cataléptico en potencia”) se resignifica y adquiere un cariz especial.


Texto: Damián Serviddio

No hay comentarios: