En Villa Adelina, San Isidro, en la esquina de Lamadrid y Thames, se encuentra una caja verde apoyada contra un puesto de diarios. En la parte delantera hay una puerta hecha de una tela gruesa por donde Negra, una perra abandonada, entra y sale a su antojo. Este fue el primer animal abandonado que recibió una casa canina gracias al Proyecto de Las Cuchas, que fundó Miguel Medina en 2008.
Parado al lado de la cucha está Miguel, un muchacho sencillo de 24 años que trabaja la mitad del día en un cine y dedica la otra mitad al cuidado de los perros, trabajo que no le da tregua. El joven, rodeado de sus amigos caninos, construye cuchas en el patio de su casa, usando cualquier material que encuentra por las calles del barrio: cartón, alambre, láminas de plástico o chatarra vieja. A falta de madera, el material más utilizado, no se desanima. Miguel se conforma con lo que tiene a su disposición para fabricar las cuchas de acuerdo con el tamaño y raza de cada animal, y hasta adapta muebles y lavarropas.
Una vez que los perros se establecen en sus cuchas, Miguel, junto con una amiga veterinaria, Adriana Ravena, les realiza un seguimiento para que se mantengan en óptimo estado de salud. Ella aporta asesoría, medicación y atención a los animales que Miguel recoge de la calle. "La construcción de las cuchas nos hace ganar tiempo para que los perros se queden en un lugar estable para el seguimiento veterinario y para difundir su adopción", afirma Miguel.
Fuente: Diario La Nación.
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